El reto de amamantar – Parte I
Cuando estamos embarazadas nos creamos muchas expectativas sobre la llegada del bebé, nos llenamos de ilusión mirando ropitas y accesorios, y tratamos de crear ese ambiente perfecto para ese momento.
En algunas cosas acertamos, en otras no. Pero la realidad es que un hijo siempre llena cada espacio de nuestro corazón y nos ayuda a conocernos mejor a nosotras mismas.
Lo que casi siempre nos sorprende es la lactancia materna, pues esperamos poner el bebé al pecho en el momento del nacimiento y esperar a que todo fluya con normalidad. Como debería ser, como sucedió con nuestros ancestros.
Sin embargo, la mayoría de las veces sucede diferente. En nuestro país, la mayoría de las mujeres no tenemos ese privilegio. Lo que normalmente sucede es que cuando nace tu hijo te lo muestran por varios segundos y no lo vuelves a ver hasta varias horas después. Si, después. Después de haber llorado desconsoladamente por todo ese tiempo separado de ti. Después de bañarlo. Después de haberle suministrado varias onzas de leche de vaca (fórmula) en un biberón. Después de haberle sacado sangre para hacerle pruebas y después de haberle puesto alguna vacuna. Después de todo, podrás tener a tu bebé en brazos.
A simple vista esto no tendría nada de malo. Pero la realidad es que está muy mal. Ese procedimiento que vemos como normal es el inicio de una lactancia destinada al fracaso.
Cuando el niño nace y es separado de su madre (el único ser humano que él conoce), es como si nos llevaran a otro país donde nadie habla nuestro idioma, con un clima diferente, nadie nos pregunta cómo nos sentimos, nos manipulan, estamos adoloridos, pedimos auxilio y es como si nadie nos escuchara. En ese momento lo único que necesitamos es estar en el pecho de nuestra madre.
Mi intención no es asustarlas, simplemente quiero transmitirles lo que yo hubiese querido saber con anticipación para quizás haber manejado las cosas de otra manera.
Ya con tu hijo al lado (probablemente adormilado, saciado y cansado de llorar), con los familiares y amigos felices, tomando fotos y trayendo regalos, luego de un rato puede ser que una tía te pregunte si le diste el seno. Lo intentas, quizás el bebé no se muestre muy interesado y comienzas a pensar que no quiere el seno. Ese es el momento justo de pedir ayuda y saber a quién pedirla.
Pueden ocurrir dos cosas en lo adelante: que tengas la información adecuada y te mantengas firme en tu decisión, persistas y ante todo sigas dando el seno hasta que veas que tu bebé comienza a expulsar el meconio y a mojar sus pañales con regularidad. O, le crees a las personas que te rodean, que aunque tienen muy buenas intenciones, quizás no manejen la información adecuada para ayudarte, te digan que le des unas tomas de formula hasta que te baje la leche.
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Si aceptas esta propuesta tu cuerpo no recibirá el estímulo que necesita para seguir produciendo calostro. El calostro está en tu cuerpo desde hace meses atrás. Tu cuerpo se ha venido preparando para recibir a tu bebé y ha preparado ese alimento especial para él.
Qué hacer
Este alimento para su alma y su cuerpo es todo lo que tu hijo necesita, estar contigo en tu pecho desnudo sin interrupciones evitará hipoglicemia, no es cierto que necesites darle leche de fórmula. Ningún mamífero necesita darle a su cría leche de otra especie para sobrevivir. Lo único que tu hijo necesita es a ti. También es importante que sepas que darle leche de fórmula a tu hijo es ilegal, ponerte leche de formula en la habitación y cargarla a tu cuenta sin existir una condición de salud también es ilegal (Ley 8-95 sobre Promoción y Fomento de la Lactancia Materna). Para asegurarte que el personal de salud respetará estos derechos, te recomiendo depositar en el centro de salud la Declaración de Lactancia Materna Exclusiva disponible en nuestra página WEB.
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Lo ideal es que un niño no tenga contacto con la tetera antes que con el seno, y hasta que la lactancia materna esté completamente establecida. Inclusive, la UNICEF recomienda no darle biberón ni tetera a los niños nunca, sino alimentarlos con vasito, lo que es más fácil de lo que parece, hay vídeos disponibles en internet.
Además de la contaminación a la que exponemos a nuestros hijos con el contacto con la tetera, puede inducir al bebé a confundirse y luego rechazar el seno, porque succionar el pecho es muy distinto a chupar un biberón. Requiere técnica y mayor esfuerzo. Todo esto tiene su razón de ser, porque con este esfuerzo es que el bebe irá desarrollando el aparato maxilar, cuerdas vocales, etc. Además, de que permitirá que sea el bebé cual es la cantidad de alimento que necesita, es decir, a controlar su ingesta, y de paso prevenir obesidad en su edad adulta.
Al cabo de cuatro o cinco días del nacimiento del bebé, ocurrirá la “bajada de la leche”. Probablemente sentirás incomodidad, escalofríos, dolor de cabeza, los pechos calientes y congestionados, pero tranquila, esta es la manera en que te está avisando tu cuerpo. Con paños calientes y, si es necesario extrayendo tu leche, te sentirás mejor. La buena noticia es que aunque hayas tenido que recurrir a la leche de fórmula puedes lograr la lactancia exclusiva.
La lactancia materna funciona a demanda, quiere decir que el bebé es quien indica cuando quiere alimentarse, puede suceder que tarde unos pocos minutos succionando (si solo tiene sed) o que permanezca durante media hora o más, y es completamente normal.
En las primeras semanas de la lactancia es normal que tu bebé dure mucho tiempo pegado al seno, pues está perfeccionando su técnica. Si no hay dolor, y el bebé se escucha tragar, duerme profundo y suelta el seno solito, sabrás que todo va bien.
En unos días podrás disfrutar de la parte II de este tema para que aprendas todos los que tienes que saber sobre la lactancia y cómo prolongarla. 😀