Cuando estaba embarazada soñaba e idealizaba cómo sería mi maternidad, lo que haría, cómo actuaría, como programaría mis días, las salidas con el bebé y demás. Pero todo, absolutamente todo fue totalmente diferente a lo que pensé.
Respecto a esto quiero compartirte algunas reflexiones y algunas cosas que he aprendido viviendo con mi pequeñín y otras tantas que hubiera agradecido que me contaran antes de ser madre.
1. La maternidad es toda una una montaña rusa de emociones
La maternidad, si bien es una de las etapas más hermosas que podemos vivir, también es una de las más difíciles y exhaustivas. Desde el momento en que concibes a tu bebé, tu organismo detona una bomba de tiempo capaz de ocasionar cambios a nivel fisiológico y emocional. Se podría decir que estos cambios no cesan ni siquiera cuando das a luz, pues ahí es que comienza lo bueno.
Pasamos por momentos de felicidad extrema, así como por momentos de tristeza,de desesperación, de soledad, de melancolía, de estrés y de mucha angustia. Tenemos sobre nuestras espaldas la responsabilidad de cuidar de un ser pequeñito que depende de nosotros 24/7 y al que no le podemos negar nuestro amor, nuestra cercanía y nuestro cuidado. Y con toda esta responsabilidad viene el sentimiento de querer ser super mamá para ser la mejor madre del mundo, lo cual termina haciéndonos sentir cansadas y frustradas cuando fallamos.
Durante los primeros meses me sentía estresada y con el deseo de complacer a todo el mundo. Muchos de ellos que me daban ideas de como hacer esto y aquello y que creían que sus palabras eran leyes irrompibles, que no me dejaban hacer las cosas a mi modo, que no confiaban en mi instinto como madre, algunos de ellos que no pensaban antes de hablar y me herían con sus palabras, tanto, que incluso casi caigo en depresión. Pero me aferre a la vida, me aferré al amor de Dios en mi vida, me aferré a mi hijo que me necesitaba bien, sana y estable emocionalmente, y comencé a reconocer que ya no era la misma, que cuando mi hijo nació también nací yo. Aprendí a defender mis puntos de vista respecto a mi nueva vida y la crianza de mi hijo con autoridad, comencé a apartarme de lo que me intoxicaba y no me hacía sentir bien y, si, eso me hizo sentir mejor pues ya no pretendía ser lo que los demás querían sino que comencé a ser yo en todas mis facetas.
? En este camino he aprendido que ser imperfecta está bien, que pedir ayuda está bien, que aceptar consejos (no imposiciones) está bien, que defender tu punto de vista respecto a la crianza está bien, que quedarnos calladas está bien y que sentarnos, mirar al cielo y respirar está bien.
? Reconocer que la maternidad y la crianza trae sus altas y sus bajas nos hará liberarnos y sentirnos plenas y felices con los resultados. A fin de cuentas nuestros hijos necesitan una madre REAL, humana y sensible.
? Hazte a la idea de que después de que eres madre ni tus horas de sueño ni tu corazón te pertenecen, ya que siempre andan pendientes del bienestar y la felicidad de tus hijos.
2. Mente sana en cuerpo sano y la lactancia
Cuando Bianmarc nació no me lo llevaron al cuarto, ni lo pude sino hasta unas 3 o 4 horas después. En ese lapso de tiempo ya le habían dado leche de formula en biberón, a pesar de que pedí a mi ginecólogo que no lo hicieran. Lamentablemente en las clínicas de Santo Domingo muchos son los médicos y enfermeras que prefieren darle formula a nuestros bebés antes que dejarnos lactarlo primero. Ni siquiera me lo dejaron en el cuarto por los días que estuve internada, a pesar de que él estaba en perfecto estado.
Cada vez que lo llevaban al cuarto estaba lleno y solo dormía, por lo que al tratar de amamantarlo estaba renuente y lloraba sin cesar. Intente por días y noches amamantarlo y el estaba renuente a aceptarlo. Solo quería su biberón. Comencé a ordeñarme cada dos horas, unos 20 minutos más o menos por sesión pero con el pasar de las semanas en vez de aumentar la producción, esta iba disminuyendo.
El no poder lactar a mi hijo como tanto soñé y anhelé fue frustrante para mi y me hacía sentir muy mal. Y para rellenar el vaso, algunas personas cercanas no hacían más que recalcarme cosas como que mi leche no era buena, que no era salada, que tal vez era muy poca para la demanda que el niño tenía, y un sin numero de comentarios negativos que comenzaron a apoderarse de mi mente y de mi subconsciente y me lo llegué a creer.
Estos pensamientos no me ayudaron en nada y terminaron por desanimarme en mi labor de lactar y me hicieron apoyarme totalmente en el biberón.
? Es importante que trabajemos en fortalecer nuestra mente desde que estemos embarazadas, que nos empapemos de información y que de ser posible, busquemos asistencia profesional que nos asesore y que nos apoye en nuestra nueva vida como mamá.
? Integremos a nuestros familiares cercanos en todo el proceso de post parto y crianza; y compartámosle toda la información que tengamos y como quisieramos que marchen las cosas. Convirtámoslos en defensores de nuestros derechos y en abogados de nuestros deseos. El conocimiento es poder.
? Lactar es una forma de amar. No le niegues por tu propia decisión ese derecho a tu hijo. Si te pasa como a mi, es otra cosa, pero admito que tal vez fallé al no buscar ayuda y no quiero que eso te pase a ti.
3. Hay momentos en los que pegarte de la pared parece una opción
Confieso que he tenido momentos en los que me he querido halar los cabellos y pegar de la pared. Creo que todas los hemos tenido y ¿Para que mentirnos? Si estos son gajes del oficio.
En esos momentos de desesperación y estrés, en los que a veces nuestro nuevo bebé llora y no sabemos como consolarlo, en el que no encontramos tiempo ni para dormir y en que el cansancio nos hace desear ser magos para desaparecer, miro al cielo, respiro, respiro, respiro y doy gracias a Dios por el maravilloso regalo que me ha dado.
? Otra técnica que me funciona para calmar los nervios y la ansiedad es sonreírme a mi misma. El sonreír te ayuda a liberar endorfinas que te hacen sentir más feliz y tranquila.
4. Confía en ti y en tu instinto
Como decía anteriormente, confía en ti, es importante que aprendas a conectar con tu hijo, a reconocer sus gestos y a creer en tu instinto. Ese instinto de madre leona, que hace lo que sea por defender y cuidar a sus hijos es lo que te ayudará a llevar tus cargas de la mejor manera posible.
? Sé que habrá mucha gente que diga que hacer, pero al final tu decides como quieres cuidar, criar y qué es lo mejor para tu hijo. Defiende tus convicciones con carácter, sin entrar en disputas y cuidando las relaciones.
? Cada niño es diferente, único y especial por lo que debes entender que no todo lo que funciona con uno funcionará con el tuyo. Vínculate emocionalmente con tu hijo y tu instinto hará el resto.
? Descubre quienes son tus hijos, inculcales límites y déjalos ser. No pretendas moldearlos a tu forma y figura.
5. Hacer horarios te salvará la vida
Algo que nos limitamos a hacer pero que es estrictamente necesario es programar nuestros días y programar los horarios de visitas. Si me hubieran dicho esto con anterioridad me hubiera evitado muchos días de mal humor y cansancio extremo.
? Es recomendable que establezcas horarios para que tus familiares y amigos vayan a visitarte. Que te llamen antes de pasar es lo ideal. Tener un horario te ayudará a vivir mejor y a dormir mejor.
? Toma descansos, deja a los niños con los abuelos, sal con tu pareja al menos una vez por semana y dediquen tiempo para estar juntos.