Sé el cambio que quieres ver en los niños del futuro
En estos días me tomé unas vacaciones, porque realmente necesitaba relajarme luego de unas semanas de mucho trabajo arduo organizando la Feria Mujer Innova 2019, como parte del programa Empresarialidad Femenina de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
En estos días, traté de hacer algo que me gustará y así sentir que escapaba de mi rutina que como madre Full Time, por ahora no me da la libertad de irme a otra ciudad tranquila cuando me plazca, a respirar mientras veo el cielo sin pensar en nada más. Lo siento pero esa es la verdad, ¡mi verdad! La maternidad y el emprender, a veces requieren un respiro.
Entonces me puse a ver Doramas coreanos y chinos. Mis favoritos son lo que son románticos, de fantasía e históricos. Me divertí mucho y mientras los veía y los analizaba, me di cuenta de algo muy particular.
No sé si es su propósito final, pero la mayoría tenían algo en común. Y era que en sus episodios se evidenciaba la inestabilidad de las familias, la disfuncionalidad de las mismas, familias en donde los niños eran adornos y en donde no recibían amor, familias en donde los padres no estaban presentes y los niños se criaban solos cogiendo toda la lucha del mundo. Situación que los obligaba desde muy temprana edad a actuar como adultos a fin de defenderse de las adversidades del mundo.
Estos doramas, me hicieron reflexionar mucho sobre el modo en el que estamos viviendo la vida, y el impacto de nuestras acciones y conductas en las vidas de nuestros hijos.
Los niños que recibían más amor, aunque no tuvieran mucha riqueza, eran los más sanos emocionalmente. Los que más irradiaban luz y estaban orientados a colaborar y servir a los demás con amor.
Mientras que algunos de los que tenían todo, parecían tener la vida perfecta, eran los más vacíos y tristes. Muchos de ellos, pensando incluso en quitarse la vida hasta.
Estos pensamientos de desamor, de falta de valía y de no saber para que existían, permanecían en sus mentes hasta que alguien les mostraba otra perspectiva y les enseñaba a vivir con propósito y por amor.
De todo lo que vi, tengo mucho que decir en base a lo que reflexioné y poco a poco lo iré compartiendo contigo. Mientras te dejo con lo siguiente:
Cuando los chicos están causando problemas, ellos básicamente están diciendo: “Por favor míreme”, “Por favor ayúdeme”.
Y yo me animaría a ir más allá y decir: “Cuando los adultos están causando problemas, son violentos, son inadaptados, están pidiendo ayuda a gritos”. Solo que, tal vez, la ayuda no debería darse en la forma en la que estamos acostumbrados.
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No se trata de dar sermones o hacer sentir mal a los demás cuando no encajan en los estándares de la sociedad o cuando no cumplen nuestras expectativas.
La única forma de influir en los demás es siendo nosotros el cambio que queremos ser. Siendo un oído presto a escuchar, siendo una boca de la cual salgan solo palabras de esperanza, siendo el consejo oportuno que llega cuando más lo necesitamos, siendo la voz que habla en tono suave y amoroso, siendo el amigo que brinda abrazos cuando sobran las palabras.
Creo que la única forma de cambiar el mundo es cambiar los ojos con los que los miramos y comenzar a actuar de la forma en la que quisiéramos que nos trataran.
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