Cuando la innovación en educación se convierte en un reto
Escrito por Bianna Peña
Neuroeducadora lúdica y consultora empresarial
Innovar hoy en día y ser un docente creativo en la República Dominicana es casi un acto de rebeldía y lo digo con conocimiento de causa y con el corazón arrugado.
Hoy pongo sobre la mesa la problemática que enfrentamos los educadores creativos en esta época, en donde lamentablemente cuando intentamos innovar dentro de las aulas se nos cuestiona, se nos aisla y se nos cohibe de manera cortante el ejercicio de ciertas practicas y dinámicas avaladas por las neurociencias y las distintas teorías desarrolladas a lo largo de los años, en especial la teoría de las inteligencias múltiples.
Es triste ver como se nos impide expresar (y cuando se hace no se toma en cuenta el aporte) lo que, en base a estudios, entendemos que podría mejorar el nivel de implicación de los niños y jóvenes en su proceso de aprendizaje. Incluyéndolos en la ecuación, de modo que se convierten en protagonistas de su aprendizaje, no solamente receptores.
Muchos profesionales de la educación nos formamos en neuroeducación, en creatividad, en estimulación del aprendizaje y otras tantas especializaciones nacionales o internacionales en las que invertimos tiempo, esfuerzo y, en muchas ocasiones, muchísimo dinero con el único objetivo de apostar a transformar la educación actual, propiciando que nuestros niños y jóvenes se conviertan en verdaderos protagonistas de su aprendizaje, y con ello mejorando la sociedad.
Sin embargo, la realidad es que al intentar aplicar técnicas lúdicas, creativas y disruptivas en el aula nos encontramos con cuestionamientos, con barreras y con un sistema que nos limita en lugar de impulsarnos a seguir avanzando.
La intención detrás de todo esto es simple:
Desarrollar estrategias que nos permitan estimular que los estudiantes se incluyan en la ecuación del aprendizaje, en donde ellos deben de ser responsables de su aprendizaje, no solamente receptores.
Con dolor en el alma asumimos esta dura realidad, que resulta agotadora y frustrante y, sobre todo, triste, cuando lo que pretendemos no es otra cosa que la mejora del sistema educativo; que el aprendizaje sea significativo y que no sea una botella. Los neuroeducadores apostamos a que nuestros niños no sean simples receptores de información, sino que experimenten, descubran, construyan su conocimiento a través del sentir y de la practica.
Nuestro más grande anhelo es que la educación se convierta en un proceso dinámico, divertido y lleno de vida en donde las aulas sean un contenedor adecuado para sostener las experiencias, el desarrollo de la creatividad y el crecimiento intelectual y emocional de los niños, jóvenes y adultos.
Desafíos de la educación en la República Dominicana
No estamos absortos de que la educación en nuestro país arrastra problemas estructurales que obstaculizan su evolución y desarrollo efectivo. Las cifras son claras. Los estudiantes de la República Dominicana aún obtienen puntajes más bajos que otros niños locales en materias importantes como la lectura, la gramática, las matemáticas y las ciencias, incluso después de tratar de poner a disposición de las comunidades más escuelas.
Más allá de los datos, es evidente que el problema es más profundo. Los maestros carecen de apoyo real para aplicar metodologías innovadoras. Muchos líderes educativos, políticos y docentes de amplia trayectoria sostienen que la educación debe mantenerse invariable, a pesar de todos los estudios, avances y descubrimientos neurocientíficos que demuestran que el aprendizaje para que sea memorable, relevante y significativo debe ser dinámico y flexible. Tan flexible como para poder adaptarse a distintas formas de aprendizaje y a distintas condiciones del neurodesarrollo.
Dejo esta pregunta al aire: ¿Cómo podemos evolucionar si a aquellos que tenemos el deseo y el interés no se nos permite aportar?
Por otro lado, la infraestructura educativa sigue siendo una materia pendiente por parte de las entidades responsables. Siguen existiendo escuelas con salones hacinados, sin los espacios ni recursos adecuados, sin materiales educativos que faciliten la enseñanza. ¿Cómo podemos impulsar el aprendizaje en nuestros estudiantes si el ambiente en el que aprenden no les inspira?
¿Cómo corregimos el curso?
Si realmente tenemos la visión de construir una educación de calidad, necesitamos acciones concretas. Los desafíos no nos pueden detener de hacer nuestra parte y desde nuestro rincón aportar a cada vida que desde las aulas tenemos la oportunidad de impactar. Aquí comparto algunas estrategias funcionales que podemos comenzar a implementar:
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Formación docente de calidad funcional y realista
El cerebro para aprender necesita aplicación, ejercicio y dinamismo. Las capacitaciones meramente teóricas ya no funcionan. Necesitamos formación continua gamificada, experiencial que nos haga sentir y nos haga recordar. Necesitamos llevar los conceptos aereos a una base practica que sean coherentes con nuestra realidad. -
Libertad de innovación
Es urgente que se respalde el impetú de los maestros de aprender nuevas formas de enseñanza. La creatividad no debería seguir viéndose como una amenaza, sino como un requisito esencial para conectar. -
Escuelas aptas para potenciar el aprendizaje
Se requieren (URGENTEMENTE) espacios adecuados donde los estudiantes puedan aprender con comodidad y motivación. La infraestructura no puede continuar siendo un obstáculo. -
Un programa educativo más humano y menos rígido
Desde que comencé a estudiar sobre educación lúdica, experiencial y neuropsicología creativa, siempre he defendido que la el principal objetivo de un plan de estudios integral debe ser desarrollar habilidades para la vida, habilidades blandas, el pensamiento crítico y la resolución de conflictos. No se debería evaluar el talento y potencial de los estudiantes solo por lo que saben hacer sino por quienes son. Su personalidad, sus valores y sus maneras de ser dicen más de ellos que todos los certificados del mundo. -
Más comunidad, menos burocracia
La educación es responsabilidad de todos. Las familias, las comunidades y las autoridades estamos llamados a trabajar en equipo a fin de garantizar un sistema educativo que brinde una educación de calidad.
Nuestro futuro depende de lo que hagamos hoy
Los educadores creativos no estamos aquí para desafiar al sistema ni para revelarnos, por el contrario defendemos de forma sertiva que hay mejores formas de hacer que aprendizaje llegue eficazmente donde tiene que llegar y se fije. En el aula y más de ella, vemos el potencial de cada niño, joven y adulto. Vemos su alma, y por ello, nos negamos a aceptar que su educación se limite a repetir conceptos sin comprensión alguna.
No pedimos reconocimiento ni aplausos. Solo nos encantaría contar con la oportunidad de hacer lo que sabemos que es correcto: educar con humanidad, con amabilidad, con sentido, con pasión. Porque al final del día, nuestra mayor recompensa será ver a nuestros chicos convertirse en adultos capacitados para enfrentar las situaciones de la vida con la mejor actitud, siendo críticos y con la garantía de que su educación fue mucho más que solo palabras y conceptos que no usarían cuando salgan de las aulas.
Es momento de dejar de cuestionar a quienes buscamos innovar y empezar a preguntarnos: ¿qué pasaría si, en lugar de poner barreras, empezamos a abrir caminos hacia una educación integral de excelencia?