Depresión infantil: Un mal del que poco se habla
La depresión es uno de los problemas de salud que más afecta a la población mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se estima que alrededor del 15% de la población mundial adulta y alrededor del 3% de la población infantil la padecen.
La depresión es un trastorno del estado de ánimo en el que predominan sentimientos de tristeza, falta de ánimo o de placer. Es un desorden tanto de índole biológico como psicológico que afecta las conductas, la capacidad de aprendizaje, el desenvolvimiento físico y el aspecto social de la vida de quien lo padece.
La depresión influye en la manera en la que la persona ve y experimenta la vida y la empuja a tomar acciones en detrimento de su bienestar.
Síntomas de la DEPRESIÓN INFANTIL
Algunos de los síntomas principales a la hora de diagnosticar depresión infantil son:
- Alta irritabilidad
- Baja autoestima
- Tristeza extrema
- Falta desmotivación
- Conducta desafiante
- Temor al rechazo
- Ganas de hacerse daño
- Problemas de concentración
- Sentimientos de culpabilidad
- Se siente inútil
- Cambios drásticos en los hábitos de sueño y alimentación
- Rabietas fuertes y frecuentes
- Ausencia de emoción o placer
- No quiere jugar.
- Se come las uñas
- Se le dificulta relacionarse con los demás o hacer amigos
- Falta de propósito
¿Cómo actúa la depresión?
La depresión tiende a crear una predisposición a los pensamientos negativos, llevando a la persona a no valorar las grandes bendiciones que tiene. Los niños o adolescentes que la presentan tienen a ver sus fracasos como errores permanentes, tienen una autoestima muy pobre y son pesimistas.
Es un tanto difícil de diagnosticar, ya que estos síntomas se pueden evidenciar en otro tipo de trastornos psicológico. Por ello es importante que, ante cualquier síntoma, llevemos a nuestros hijos a un especialista de la salud mental capacitado en este tema.
¿Cuáles niños son más propensos a padecer de depresión?
Aquellos niños con personalidad introvertida, super tímidos, inhibidos, con poca capacidad de adaptación, con baja autoestima o con pocos amigos, tienden a ser los más propensos a presentar depresión.
Así como los niños que han vivido situaciones traumáticas: violaciones, violencia familiar, divorcios, acoso escolar, o bullying, inmigración, abandono, la pérdida de un ser querido, abuso del alcohol o ingesta de drogas por parte de alguien cercano, etc.
Los niños que crecen en familias disfuncionales, donde se presentan sobreprotección, rigidez, negligencia, falta de tiempo por parte de los padres y ausencia de límites claros, son también propensos a presentar depresión.
Para que la depresión haga acto de presencia es importante que se combinen una serie de elementos conductuales, biológicos, genéticos, sociales y cognitivos. Ya que la depresión se produce por un desbalance químico del cerebro, pero las situaciones emocionales desencadenan este desbalance, haciendo vulnerable a la persona que la padece. Un ejemplo de esta combinación puede ser, cuando se combina una personalidad introvertida, tímida, pesimista con un historial genético de salud mental y con factores estresantes de su entorno.
Medidas que podemos tomar cuando un niño presenta depresión
Lo primero y más importante es ante cualquier duda, asistir a una consulta psicológica o psiquiátrica que diagnostique el padecimiento. Esta persona debe tener experiencia en este tipo de trastornos.
Es importante que los padres tomemos medidas de AUTOCUIDADO, pues con estas acciones le enseñamos a los niños que cuidarse es amarse, y que cuando lo hacemos, podemos brindarles lo mejor a nuestros seres queridos.
Otras recomendaciones son:
- Reforzar una sana autoestima en el niño.
- Fomentar la buena comunicación.
- Prestar atención a los comportamientos y acciones de nuestros hijos a fin de detectar a tiempo cualquier anomalía.
- Enseñarles a gestionar sus emociones de forma efectiva.
- Poner límites claros.
- Realizar actividad física.
- Rodear de un ambiente motivador y positivo.
- Enseñarle a manejar la frustración.
- Fomentar la buena alimentación y los hábitos sanos del sueño.
- Escucharlos con empatía y atención.
- Respetar sus ideas.
El entorno familiar tiene una participación muy importante en la formación de la autoestima de los niños, así como la escuela. A partir de allí, los niños comienzan a construir su mundo social y aprender a relacionarse con sus pares. Por ello es importante, SUPER IMPORTANTE, que los niños y adolescentes crezcan en un ambiente donde sientan que son valorados, amados y cuyas necesidades son satisfechas.