Enemigos del matrimonio

Enemigos del matrimonio

En la actualidad contamos con una de las tasas más altas de divorcios y separaciones de pareja del mundo. Te has preguntado cuál es la razón. ¿Cuáles son los motivos por los cuales hay tantos matrimonios disueltos? Pues en este post, te contaré algunas razones y posibles formas de afrontarlo.

Algunas de las razones por las que las parejas podrían separarse son:

  • Falta de espiritualidad;
  • Altos niveles de estrés mal manejados;
  • Baja autoestima;
  • Baja inteligencia emocional;
  • Problemas financieros;
  • Falta de comunicación;
  • Traumas del pasado;
  • Sentimiento de fracaso;
  • Infidelidades;
  • Problemas sexuales;
  • Falta de respeto frecuente o humillaciones;
  • Arrebatos de ira que pueden terminar en agresión física;
  • Intromisión por parte de terceros en su relación;
  • Celos enfermizos; etc.

Si no nos atrevemos a cerrar las puertas del pasado a eso que nos hirió, a alguna relación que no funcionó, a alguna desilusión, o a algún abandono, no podremos sanar esa herida, ni cerrar ese ciclo, por lo tanto, no seremos felices ni podremos hacer felices a los demás.

Es importante auto conocernos y reflexionar sobre nuestros pensamientos, sentimientos y nuestras acciones, a fin de poder autorregularnos y descargar nuestras emociones negativas sin necesidad de herir o menospreciar a nuestra pareja.

De la misma forma, es importante que como pareja nos sentemos de manera consciente a hablar sobre nuestras finanzas y planificar para el futuro. Tener proyectos en común fortalece la unión matrimonial de una manera que ni te imaginas.

Es una gran ayuda reconocer cuando ya nuestras fuerzas no bastan para sanar una relación matrimonial que se ha deteriorado por las múltiples heridas, y acudir a un terapeuta en busca de apoyo y consejo oportuno.

Medidas para preservar tu matrimonio

Algunas medidas que puedes tomar las parejas para preservar su relación son:

  • Establecer metas en común.
  • Cultivar la espiritualidad. Dale a Dios el lugar más importante en tu relación y preséntale tu relación.
  • Aprendan a comunicarse adecuadamente. Sin lastimarse. Sin herirse.
  • Dejemos de quejarnos por lo que no tiene nuestra pareja y agradezcamos las cualidades positivas que si tiene.
  • Responsabilízate de tus emociones y acciones, y ve al trasfondo del por qué esa situación te afecta.
  • Elimina todos los comentarios negativos acerca de tu pareja, los sobrenombres, las faltas de respeto y procura tratarla con el respeto, amor y valoración que se merece.
  • Evita ridiculizar a tu pareja.
  • Evita los arrebatos de enojo, que solo sirven para alejarte del corazón de tu pareja y deterioran la confianza.
  • Haz una lista de cosas buenas que tiene tu pareja y compártela con el/ella.

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Matrimonio de tres: clave para una alianza feliz

Mi amado y yo cumplimos en este mes de septiembre seis años de feliz unión matrimonial. Este aniversario es extremadamente especial porque estamos viviendo la dicha de haber sido bendecidos con la dulce espera de nuestro primer retoño. Con este bebé que pronto tendremos en nuestros brazos -con el favor de Dios- nuestro amor ha sido coronado eternamente; es el regalo más preciado que el Altísimo nos ha concedido, fruto de su misericordia y fidelidad para con nosotros.

A propósito de nuestro aniversario de bodas, les confieso un secreto: de novios, mi esposo y yo nos prometimos incluir una tercera persona en nuestro matrimonio y hacer todo y más por mantenerla como parte esencial del mismo: Jesucristo. Hoy damos testimonio de que ha sido la mejor decisión que hemos tomado como pareja. Con Dios todo es posible, todo es distinto, desde el amor mismo, el trato, el deseo de agradar, las correcciones, la búsqueda del objetivo común, la entrega, la forma de ver y vivir la vida, etc.

Recorriendo estos seis años de nuestra alianza de amor, pensando acerca de todo lo vivido, lo bueno y lo no tan bueno, lo que hemos aprendido el uno del otro, viendo los frutos de nuestro proyecto de vida en común, como nos hemos vuelto una sola carne y las bendiciones que el Señor ha puesto en nuestras manos, decidí escribir cada enseñanza y verdad que hemos descubierto y que vivimos día a día, de cara a lo que entendemos ha sido la clave de nuestra feliz unión matrimonial.

Todos estos años juntos nos han enseñado mucho sobre el amor, la convivencia, la tolerancia, el servicio, el perdón, en fin, sobre todos los beneficios (naturales y sobrenaturales) que abundan en el matrimonio cuando los esposos ponen al Señor como centro de su relación y edifican su hogar sobre Él. Cada prueba que nos ha tocado enfrentar juntos ha sido sobrepasada a los pies de la Cruz, con mi esposo y y yo abrazados a Jesús, creyéndole, obedeciéndole, alabándole y esperando en Él.

Entiendo que es posible que algunas personas puedan pensar que seis años no es mucho tiempo para “cantar victoria” porque somos un matrimonio muy joven, pero igual entiendo que en el matrimonio cada día en sí es una “victoria”. Cada día cuenta, cada día es especial, cada día marca la diferencia, cada día lo podemos hacer mejor. El trabajo y compromiso que como pareja hemos venido realizando desde nuestro noviazgo a favor de nuestra alianza también queda incluido en esa victoria.

Siempre hemos estado enfocados en cultivar nuestro amor, el cual hoy en día es más fuerte y maduro. Además, Dios derrama su gracia y sabiduría sobre las parejas de esposos que se eligen cada mañana y honran su compromiso de amor tal y como una vez prometieron en el altar. Sin más, les comparto la reflexión que escribí a propósito de estos seis años de matrimonio junto a mi amado Antonio:

“Cuando le permitimos al Señor ser esa tercera persona en nuestro matrimonio, no buscamos lo propio, sino el bien común; nos enojamos sin guardar rencor; no nos vamos a la cama sin arreglar nuestras diferencias; somos capaces de desear y trabajar por nuestra santificación y la de nuestra pareja; somos pacientes y no damos espacio a la ira; perdonamos de corazón y no traemos al presente asuntos del pasado.

Cuando le permitimos al Señor ser esa tercera persona en nuestro matrimonio, entendemos, aceptamos y ejercemos con alegría y amor  los roles que nos han tocado sin tratar de usurpar el del otro; no medimos fuerzas ni nos interesa tener siempre la razón; nos convertimos en equipo y no somos egoístas; nos hacemos reír; tenemos capacidad de espera y paciencia y no tratamos de cambiar a nuestra pareja; al contrario, aprendemos a amarla tal como es, alabamos sus virtudes, aceptamos sus defectos y le hacemos correcciones con amor para que, a su tiempo, trate de mejorar por su propio bien y crecimiento.

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Cuando le permitimos al Señor ser esa tercera persona en nuestro matrimonio, nuestro proyecto de vida se convierte en nuestra más importante prioridad; cada día tomamos la decisión de amar, respetar, considerar y cuidar a nuestra pareja; somos bondadosos, colaboradores, fieles, leales y generosos; no hablamos mal de ella con nadie ni aceptamos que otros lo hagan.

Cuando le permitimos al Señor ser esa tercera persona en nuestro matrimonio, contamos con una roca inamovible sobre la cual apoyarnos en tiempos de turbulencias; no utilizamos palabras hirientes; no insultamos, ni maldecimos y tratamos de ponernos en el lugar del otro.

Cuando le permitimos al Señor ser esa tercera persona en nuestro matrimonio, oramos por nuestra pareja y la bendecimos; asumimos un compromiso de vida para estar a su lado en las buenas y en las malas; reconocemos y trabajamos nuestras debilidades, no aspiramos a ser perfectos pero si a ser la mejor esposa o esposo para nuestra pareja porque reconocemos su valía. No dejamos de tener diferencias pero a pesar de ellas podemos lograr un matrimonio feliz.”

Antes de orar juntos, quiero pedirte que compartas este artículo con tu amado o amada y todas las parejas de esposos que conozcas. Vamos a apostar, cuidar y trabajar por el matrimonio. ¿Te animas?

OREMOS: Amantísimo Padre Eterno, unidos en tu Espíritu Santo presentamos ante Tu altar de misericordia y gracia cada matrimonio del mundo, sus necesidades y los problemas que están enfrentando para que les proveas, restaures y sanes conforme a tu fidelidad y poder.

Haz derramar tu amor y santidad sobre las parejas de esposos de todo el mundo y ayúdales a retomar el juramento que una vez se hicieron de amarse, respetarse y cuidarse para toda la vida, en las buenas y en las malas. Llega a sus hogares para quedarte, romper cadenas, y toca sus corazones y los de su familia. Cerca su alianza de amor con un escudo indestructible y ayúdales a elegirse siempre, cada mañana. Te lo pedimos en el Nombre de Jesús, amén.

 

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Juntos podremos hacerlo

Hay una frase publicitaria que se puso de moda: Juntos podremos hacerlo. Es un excelente lema para tener en el matrimonio. El matrimonio es una sociedad. No se trata de uno que manda al otro, ni tampoco de dos personas que hacen su vida y a veces se juntan. Una sociedad implica que ambos tengan la misma responsabilidad en todo.

En una empresa, es raro que los socios participen en actividades idénticas. Uno quizá esté a cargo del campo de mercadeo mientras el otro se ocupa de la fabricación.

Uno puede llevar adelante las fianzas, mientras que el otro se encarga del personal. Sin embargo, cada función, aunque sea diferente, es vital para lograr el éxito de la empresa. lo mismo es cierto en el matrimonio. Por lo general, cada cónyuge tiene responsabilidades diferentes y todas son de vital importancia para el éxito de la relación.

Una sociedad comercial fracasará irremediablemente si los socios no se comunican entre sí. Deben tener metas aceptadas de común acuerdo. Tienen que se capaces de crear juntos su negocio con un sentido en el matrimonio. La comunicación es primordial y las metas comunes serán lo que le dé esperanza y vida a su relación.

El matrimonio de éxito casi siempre descansa sobre una base de rendición de cuentas entre el esposo y la esposa.